miércoles, 29 de junio de 2011

La figura del tutor a distancia

La figura del tutor a distancia
La palabra tutor lleva implícita el concepto que hace referencia a la figura por la que se ejerce la protección, la tutela , defensa o salvaguardia de una persona menor o necesitada, en su primera acepción. En sistemas educativos abiertos y a distancia, la característica primordial es la de fomentar el desarrollo del estudio independiente, su figura pasa a ser básicamente la de un orientador del aprendizaje del alumno aislado, solitario y carente de la presencia del profesor instructor habitual.
En la situación de soledad y lejanía académica en que suele encontrarse el alumno de la enseñanza a distancia, la figura del tutor cobra su más profundo y primigenio significado por cuanto que se hace cargo de su asistencia y ayuda personal, a la vez que ostenta para él la representación vicaria de la institución (García Aretio y Castillo, 1996).
No existe un acuerdo entre los autores e instituciones en la denominación del docente al servicio del alumno en un sistema educativo no presencial. Se le ha llamado indistintamente tutor, asesor, facilitador, consejero, orientador, consultor, etc., caracterizándolo en relación con las funciones que desempeña, aunque ha de reconocerse que el término que más fortuna ha hecho es el de tutor.
En la enseñanza a distancia, el esfuerzo en solitario del alumno resulta generalmente insuficiente, por lo que se hacen necesarios los apoyos a ese aprendizaje individual que permitan la superación de los numerosos obstáculos que de orden tanto cognoscitivo como afectivo se le van a presentar. Para estos alumnos se multiplican las dificultades propias que el estudio puede acarrear a un estudiante presencial. Robinson (1981: 141-145) apuntaba hace dos décadas tres tipos de problemas con los que han de enfrentarse los estudiantes de instituciones no presenciales:
• Los referentes a la falta de hábitos de estudio que dificultarán el aprendizaje    independiente.
• Los que tienen que ver con la propia distancia que repercutirá en esa sensación    de soledad y de trato impersonal que pueden llevar al desánimo.
• Los estrictamente académicos, propios de la misma dificultad de los estudios.
Las dos primeras dificultades reseñadas, específicas del sistema, se tratan de paliar mediante la creación de los diversos estilos de centros de atención al alumno o de apoyo, así como con las inmensas posibilidades que nos ofrecen las tecnologías. Así se posibilita la adquisición de hábitos y técnicas de estudios adaptados al sistema, mediante el contacto presencial o virtual con los tutores y los compañeros que se enfrentan a similares problemas, que a la vez propician que el tercer tipo de dificultades -que igualmente se produce en las instituciones convencionales- no se convierta en obstáculo insalvable para el aprendizaje.
El tutor ha de poseer suficientes conocimientos de las materias que tutela- sin llegar a la especialización que no se le requiere- y domino de las técnicas apropiadas para el desarrollo de las diversas formas y estilos de tutoría. El método tutorial se concebía en sus orígenes como un sistema de educación individualizada en el que se atendía a las características personales del estudiante dentro de un sistema de educación colectiva.

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