miércoles, 29 de junio de 2011

Las funciones tutoriales en la enseñanza a distancia

Las funciones tutoriales en la enseñanza a distancia

En la docencia presencial, mediante la metodología tutorial, basada en la ayuda y trato personal con el alumno, se procura complementar las enseñanzas que, a través de clases magistrales o conferencias, se imparten en los centros convencionales . No se trata de transmitir más información al estudiante, sino de ayudarle a superar las dificultades que le plantea el estudio de las distinta materias o cursos. Éste es el sentido que pretende darse al tutor de la enseñanza a distancia, la mayoría de cuyos centros o instituciones disponen de servicios de tutoría que intentan reducir la distancia.
El tutor deberá esforzarse en personalizar la educación a distancia mediante un apoyo organizado y sistemático , que propicie el estímulo y orientación individual , la facilitación de las situaciones de aprendizaje y la ayuda para resolver las dificultades del material didáctico. Por eso esta ayuda se convierte en elemento esencial y no secundario para un adecuado proceso de enseñanza y aprendizaje. La tutoría, en efecto, conforma un componente de primer orden en los sistemas a distancia dado que, a través de ella se lleva a cabo en gran parte, el proceso de retroalimentación académica y pedagógica, se facilita y se mantiene la motivación de los alumnos que se valen de ella (Viser, 1998), y apoyan los procesos de aprendizaje.
El tutor ha de combinar estrategias, actividades y recursos que actúan como mediadores entre una materia o curso y el estudiante, con el objeto de incrementar su entendimiento de los materiales de enseñanza y, en consecuencia, su rendimiento académico en el contexto del sistema de educación a distancia. El tutor es considerado un elemento importante en la red de comunicación que vincula al estudiante con la institución. Alrededor del 90 % de las instituciones a distancia disponen de organización para el apoyo y orientación a los estudiantes (Holmberg, 1985). Al tutor, efectivamente, le compete fomentar esa necesaria relación de comunicación intensa y personal con el alumno y facilitarle su consejo para ayudarle a resolver los problemas de aprendizaje e incluso personales. Este último autor, refiriéndose a los estudiantes de las instituciones a distancia, señala lo siguiente (Holmberg,1985:87).
"La experiencia acumulada nos indica que los estudiantes actuales y futuros necesitan servicios de asesoramiento, tanto de carácter puramente informativo como también en el plano del aliento moral. Necesitan información acerca de las líneas de estudio que les interesan, adónde conducen y cómo son. En muchos casos, también desean tener acceso al consejo personal antes de tomar la decisión de estudiar y durante el estudio."
Parece aceptarse por buena parte de las instituciones a distancia que la función del tutor puede concebirse en una doble dimensión , ayudar al estudiante a superar las dificultades que se presenten en el estudio de los contenidos y orientarles en el buen uso de los materiales (Lamps,1980:18).
Aunque también es muy importante la relación personal y profesional con los restantes tutores del centro, con el fin de propiciar la necesaria acción coordinada.
referencia:

http://www.cird.org.py/formadores/Modulo9.html

Cualidades del tutor a distancia

Cualidades del tutor a distancia

Lentell (1995) nos habla de que el tutor de enseñanza a distancia ha de ejercer y mostrar condiciones de apoyo, entusiasmo, ánimo, empatía, demostración, explicación, clarificación, ubicación de objetivos, evaluación, realimentación, corrección, graduación. En definitiva, estas características y las señaladas anteriormente para los tutores harán de éstos, sin duda, unos auténticos superhombres.
Si tratásemos de resumir todas estas cualidades, resulta de interés la aportación de Spruce y otros (1988). En todos los ámbitos educativos se ha insistido en averiguar cuáles podrían ser las cualidades ideales del tutor u orientador. Ha sido mucha la literatura escrita sobre la cuestión. De todas formas, a pesar de la variedad de perspectivas y conclusiones de todos estos estudios, parece que básicamente se reiteran cuatro cualidades principales en el tutor que fundamentan una buena acción tutorial o dificultan, en casos de ausencia, esa labor. Estas cualidades son:
cordialidad, aceptación, honradez y empatía. Vamos a aproximarnos a cada una de ellas.

1- Cordialidad
La cordialidad es la capacidad de hacer que las personas que tratan con nosotros se sientan bienvenidas, respetadas y cómodas.
Podemos mostrarnos cordiales ante los alumnos, en los distintos tipos de contacto, a través de:
• El lenguaje corporal, gestos, expresiones, etc.
• Tono de voz (atención al teléfono)
• Lo que se dice y escribe y cómo se dce.
Pueden dificultar la cordialidad:

• Los propios sentimientos. Difícilmente transmitiré cordialidad si no estoy o me    siento bien en ese momento.
• Falta de confianza, timidez
• Excederse en el trato afable puede entorpecer la relación. Tratar al alumno    como nos gustaría que lo hiciesen con nosotros.
• Relación con alumnos molestos, airados, deprimidos o problematizados por    cuestiones ajenas al estudio que realizan.

2- Capacidad de aceptación.
Es fundamental que el alumno esté relajado y satisfecho. Aceptar la realidad del estudiante a través de la relación presencial, postal, telefónica, etc., es fundamental. En sus contactos con el tutor debe quedar convencido de que es merecedor de respeto y atención. Criticar airadamente las acciones del estudiante pueden llegar a romper la comunicación, la cordialidad y la cercanía.

3- Honradez.
Sinónimo en este caso es la autenticidad. Ser honrados o auténticos no creando en el estudiante falsas expectativas sobre lo que podemos ofrecerle o sobre el curso que piensas realizar o está cursando. Cuidad los sentimientos manifestándonos con honestidad, sin complejo de superioridad y poseedores de toda la verdad.

4- Empatía.
El concepto de empatía debemos distinguirlo de los de simpatía e identificación. Empatía significa sentir el daño, la tristeza, la alegría o la satisfacción del otro de la forma más aproximada a como éste lo siente.
Es decir, ponernos en lugar del otro. Es quizás la empatía la cualidad más importante que puede poseer un tutor. Sendo la simpatía muy beneficiosa como ayuda natural e inmediata, difícilmente resuelve problemas o ayuda a las personas a cambiar.
Todo tutor debe cultivar la capacidad:
Capacidad de escuchar y leer.
Nos encontraremos con un tutor ideal, si a las cuatro cualidades reseñadas añadimos la capacidad de una escucha y lectura activa e inteligente.
Por escucha/ lectura activa podemos entender la actitud de interés por lo que se le cuenta. En su caso, se debe notar que se está escuchando o que se leen con atención los mensajes o trabajos por él enviados. Se debe mostrar un alto grado de comprensión y respeto, pero que se note.
Por escucha/lectura inteligente debemos interpretar que el tutor debe escuchar/ leer lo que se dice /escribe y lo que no se dice/ escribe intencionalmente o inconscientemente. Esa inteligencia debe animar al estudiante a expresar sus sentimientos y preocupaciones sin verse sometido a coacción. Para cultivar esta capacidad de escucha, podemos señalar cuatro técnicas fáciles de utilizar, siguiendo a Spruce y otros (1988), en este caso referido sólo a la escucha:
• Reflexión o reflejo. Se trata de reflejar el sentimiento o idea dominante de lo que acaba de decir el estudiante, resumiendo o parafraseando sus palabras, omitiendo toda evaluación crítica y toda opinión. No consiste en repetir sencillamente las últimas palabras del estudiante, sino de reformular la afirmación, de tal forma que se estimule al estudiante a proseguir.
• Evitar preguntas que se pueden responder con un SI o un NO y las preguntas que comienzan: ¿Por qué? Estas preguntas tienden a cortar el flujo natural de los pensamientos de un estudiante. Tienden a considerar el contacto, relación o entrevista como un interrogatorio y ponen al estudiante a la defensiva.
• Recordar que se sigue escuchando. Tanto en la relación presencial como telefónica resulta interesante seguir recordando al estudiante que se le sigue escuchando (especialmente por teléfono), a base de sonidos, ruidos o palabras breves (ya, si, hum,uh-uh,etc.). Así, sin interrumpir se intercalan estos sonidos para que el estudiante perciba que se le está siguiendo.
• Escuchar el silencio. No interrumpir durante los vacíos de una conversación. A veces, el silencio es embarazoso y amenazante, por eso procuramos rellenarlo con algún comentario. Con frecuencia esto no es necesario porque al hacerlo estamos cortando la lenta reflexión del alumno.
Referencia:
http://www.cird.org.py/formadores/Modulo9.html